Palabras más, palabras menos

Desde que tuve mi primer episodio de ansiedad (el "fundador", lo llamo) muchas cosas se trastocaron -nunca mejor utilizado el término- en mi vida.
Hace poco más de dos años mi hija tenía un bisabuelo y una bisabuela y yo a mis abuelos paternos. Hoy ya no me queda ninguno. En cambio, tengo dos perros y otros dos rescatados que ahora viven con sus familias. Perdí cierta estabilidad económica a cambio de ser mi propia jefa. Gané mucha, pero mucha, muchísima paciencia. Y perdí practicidad. Si, la puta madre, dejé de ser una chica práctica, y es lo que más me cuesta aceptar y lo que pretendo revertir. ¿Volver a ser la de antes? No, por supuesto. Primero, porque ya no soy chica y porque no es posible volver el tiempo atrás a menos que tengamos el DeLorean del Doc Emeth Brown en el garage. Segundo, ya no creo que sea siquiera deseable.