Lo importante es lo de adentro

Hace algunos domingos fui a comer un asado a la casa de mi hermana. No recuerdo bien si fue después de los chinchulines, los riñoncitos, las costillitas o si ya íbamos por el helado (todo esto es para que sufran los lectores nomás) cuando mi cuñado se puso a contar algunas cosas sobre el recital que Green Day dio en Buenos Aires, evento al que fue. Lo que más le llamó la atención, dijo, fue ver a tantas hembras gritando como locas de amor por el cantante de la banda.
"Y... si", acotamos, al mismo tiempo, mi hermana y yo, sin comprender demasiado dónde estaba lo raro del asunto. O sea: el pibe tiene una banda, compone, canta, toca la guitarra y encima está bastaaante bueno.
Mi hermana, entonces, agregó: "Yo le doy al Indio Solari eh". (Bueno, sí, a veces exagera un poco).  Y yo comenté: "A mi, por ejemplo, Russell Crowe me parece horrible. Pero, después de haber visto Gladiator, les confieso que uno le echo".
Este breve intercambio de indiscreciones me llevó a preguntarme qué es lo que hace que un sujeto nos resulte atractivo.

Obviedades no, gente. Si se me aparece Johny Depp en persona soy capaz, con tal de pasar un rato a solas con él, no sólo de hipotecar mi casa, sino de negociar el futuro de mi hija con una red de trata de blancas y de venderle mi alma al mismísimo Lucifer. Qué digo vender: ¡se la regalo!

Pero dije que obviedades no. Así que, volviendo al ejemplo del australiano gladiador, me pregunto: ¿qué es lo que hace que ese sujeto, que a primera vista me resulta no-atractivo, termine, vaya uno a saber por qué mecanismos, despertando mis más bajos instintos?
(Si creyeron que en este blog van a encontrar alguna respuesta les adelanto que están profundamente equivocados)
Y, pensando un poco más sobre el asunto, encuentro que también es muy habitual que nos suceda lo mismo pero a la inversa. Me explico: alguien que nos resulta sumamente atractivo, de repente, se convierte en un intocable. Por ejemplo, escribe en el estado de su messenger: "un partido impreCionante".
Qué hijo de puta. Aunque sea el doble perfecto de Benicio del Toro, no lo toco ni con un chorro de soda. Se los prometo.

Tanto en un ejemplo como en el otro, es evidente que lo importante no es "lo de afuera". Ergo, lo importante sería "lo de adentro". Pero ¿qué demonios es "lo de adentro"? O, mejor, ¿lo de adentro de quién?. Creo que esta es la verdadera cuestión: todo está dentro de nosotros.
Cuando alguien nos gusta (o no), es decir, cuando posamos nuestra atención sobre alguien, inmediatamente nos hacemos una idea sobre ese otro, y nos relacionamos con él a partir de la propia proyección que creamos.
De ahí surgen las grandes decepciones. Y también las grandes pasiones.

Pero esto es así en todos los niveles de relaciones y no solo en el, digamos, amoroso-sexual. Recuerdo, por poner un caso, la desilusión profunda de una amiga al descubrir que su adorado profesor de pintura había votado a Mauricio Macri en las elecciones para Jefe de Gobierno. Les juro que esta mujer lloraba desconsoladamente mientras lo contaba. Y no era para menos.
Pretendemos que ese sujeto que nos atrae lo haga en todos los planos. No aceptamos que desencaje con nuestro ideal porque eso quiere decir que el sujeto nos engañó o, más probablemente, que nosotros nos equivocamos.
Y eso duele.

Por supuesto que hay determinados aspectos que son más negociables que otros. La facha de Russell Crowe, por ejemplo. Es evidente que, para mi, es un aspecto altamente negociable, a juzgar por mi cambio de actitud después de ver la película. Pero hay cuestiones con las que no transamos. De ningún modo.

¿De ningún modo dije? Bueno, tal vez exista algo que nos haga cambiar de opinión. Tal vez ese algo tenga que ver con esa cosa que llaman amor.

4 comentarios:

  1. y para cuando joven?? decía la canción, su público la aclama asi que esperamos novedades (meto presión)

    ResponderEliminar
  2. Anónimo (Alcohólico):
    jaja! No me apure si me quiere sacar buena!
    Gracias, pensé que ya a nadie le interesaban mis reflexiones
    Y espero poder cumplir pronto con sus expectativas!

    ResponderEliminar
  3. Leí detenidamente tu reflexión... y me llevó a sentir la necesidad de contarte una anécdota.
    Un médico, exitoso, adinerado, muy buen mozo, dulce, caballero.... ( ufffff perfecto diríamos )... pero mirándolo, comenzando por sus ojos... y recorriendo ( llenando nuestros ojos ) ...llegando casi al final del recorrido.... encontramos que tiene... LOS ZAPATOS SUCIOS!!! por Dios.... cre que ya no le damos mas! Se nos cayó----

    ResponderEliminar
  4. Anónimo(a):
    Por un momento pensé que hablabas de mi papá!! jaja
    Gracias por tu comentario!

    ResponderEliminar