Hamaca paraguaya

Pensando sobre cuál podría ser el tema de mi próximo texto se me cruzaron varias ideas por la cabeza: la crianza con apego, el funcionamiento del matrimonio en la actualidad, el sistema carcelario en la sociedad occidental, entre otros temas que, por uno u otro motivo, no me encuentro cómoda para desarrollar en este momento. De pronto, la inspiración me llega como caída del cielo en forma de dos palabras: hamaca paraguaya. Ustedes pensarán que tengo alguna especie de fetiche con los trapos colgantes, o alguna anécdota interesante para relatar. Nada. Simplemente me iluminé. ¿Será ésta la Iluminación de la que habla la filosofía zen? En fin, un rapto de inspiración como el que me flechó no es fácil de ignorar, así que decidí sentarme a escribir sobre el tema que les presenté, sin tener ni la más pálida idea de hacia dónde me llevará, pero con la convicción de que se puede escribir una entrada de mil palabras sobre casi cualquier tema. Porque, en definitiva, se trata solo de eso: escribir para vivir.

En cuanto empiezo a mover las neuronas e intento profundizar sobre la cuestión, descubro que la "hamaca paraguaya" es un tema altamente interesante. En primer lugar, considero que cada uno de nosotros debe de tener alguna experiencia en el asunto del balanceo. Experiencia que cada cual evaluará como positiva, negativa o, por qué no, neutral ("me chupa un huevo las hamacas paraguayas"). Aquellos que no hubieren tenido la oportunidad de subirse a ese pedazo de lienzo bamboleante deberían tener, por lo menos, alguna opinión al respecto. Opinión que puede ser favorable, desfavorable o neutral ("me sigue chupando un huevo las hamacas paraguayas"). Para aquellos que tenemos la fortuna de contar con cierta experiencia al respecto, ésta no necesariamente tiene que coincidir con la opinión. Un individuo puede tener una idea de la hamaca paraguaya asociada a una situación de bienestar o relax y tener una experiencia traumática como romperse tres costillas por caerse de una (Si creen que exagero es porque no conocen la suerte de este pobre hombre). Sin llegar a tal extremo, debo reconocer que mi experiencia personal no coincide con mi opinión. A pesar de poder calificar a ambas como positivas, la hamaca paraguaya me remite a la siguiente imagen: playa, palmeras, lentes de sol, sol (obviamente, si no para qué los lentes), daikiri, hombres de color en sunga. Supongo que esta imagen puede estar algo influenciada por el cine hollywoodense de las décadas del ochenta y noventa, sobre todo teniendo en cuenta que "Cocktail" era una de mis pelis de cabecera (Estaba enamorada de Tom Cruise, después crecí y a él se le dio por comer placenta). Sin embargo mi experiencia me devuelve una imagen más o menos así: quincho, calor, bebé pidiendo sacudida, yo-mamá hamacando dos horas reloj, vértigo, hormigas chiquitas de las que muerden (sepanlo, las hormigas muerden, no pican), tela mugrienta. Suena horrible pero no lo crean (además, les juro que cada empujón es terapéutico, algo similar a pegarle a una bolsa de box), es una linda imagen aunque claramente la de la playa en Jamaica es muy superior.

Hasta aquí,deduzco que cada uno de ustedes habrá recordado su experiencia y formado una opinión al respecto, si es que no la tenía previamente. Ahora me gustaría abordar la parte teórico-científica del tema. ¿Podría alguien decirme, sin repetir y sin googlear, por qué el objeto de estudio de esta entrada se denomina "hamaca paraguaya"? ¿De dónde proviene su nombre? Ustedes pensarán que es obbbbvvvvioooo que el nombre tiene que ver con el origen del objeto. Pero si la mayoría de las hamacas que conozco, por lo menos, las que fueron de mi propiedad, eran made in Brazil, ¿no deberían entonces llamarse "hamacas brasileras"? E intuyendo que el nombre tenga que ver con el país donde se inventó o se utilizó por primera vez un cacho de sábana como hamaca, ¿por qué entonces la birome no se llama "birome argentina" o el bondi "colectivo argentino"?

Echemos un poco de luz sobre la cuestión. Después de una larga y tumultuosa investigación... Ok, después de googlear sobre el asunto, descubriremos que el gentilicio se aplica únicamente en Argentina y Uruguay, para diferenciar al objeto de aquel otro que suele haber en plazas, parques y jardines para que jueguen los niños y que denominamos hamaca a secas, mientras que en el resto de los paises latinos y España se les llama columpio. Hasta aquí, todo muy claro. Sin embargo, y les juro que en este punto llevo unos cuantos días investigando dentro y fuera del mundo cibernético, no pude averiguar por qué le llamamos "paraguaya" y no, por ejemplo, "brasilera" (en algunos países latinoamericanos se les llama "hamaca colombiana", dado que Colombia se atribuye su origen y tiene como muestra una hamaca antigua elaborada en oro puro en el Museo del Oro de Bogotá). La hamaca paraguaya se utiliza en toda Latino América y su creación (hace aproximadamente mil años) se atribuye a los países del centro del continente.

Llegado este punto la pregunta que me surge es ¿podemos tener respuestas para todo? Yo creo, y estoy cada vez más convencida, que no. Hay cosas que no tienen explicación y otras que la tienen pero nos es inaccesible. ¿Es importante tener respuestas para todo? ¿Es necesario? Bueno, para algunas personas si lo es y para otras no. Yo me incluyo o pretendo incluirme en el último grupo, aunque me costó bastante llegar a esta conclusión -y por eso demoré tanto en darle fin a este post-. Entonces voy a mi entrevista mensual con mi psiquiatra y le comento entusiasmada que he decidido concluir que hay cosas en la vida que no tienen respuesta. A lo que él me contesta: -Te voy a ayudar, tengo fuentes paraguayas. Chan. Y al otro día, a primera hora de la mañana, me llega un guatsap: -Es por el tejido Ñanduty. En lugar de satisfacerme, la ayuda me decepcionó un poco, para qué mentirles. La sensación fue la de estar en la cama con un novio precoz. Tipo "ah, ¿ya está? ¿era ésto?". No es que esperara un final más cinematográfico. Si no, más bien, que yo ya tenía un final. A quien le interese, entonces, puede ahondar sobre el tipo de tejido patentado en Paraguay. Yo me quedo con las cosas que me llevo a partir de este humilde texto, a saber: una peli, un libro, un post de más de mil palabras y una conclusión no orgásmica, pero bastante interesante.

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